Hola chicos/as de Compensatoria. ¿Qué tal
estáis? ¿Qué tal el fin de semana? Espero que todo bien.
Hoy os dejo un cuento más del libro de Gianni Rodari: “Cuentos por teléfono”. Es un libro muy curioso y trata de los
cuentos, todos ellos cortos, que un padre, que es representante de comercio,
cuenta a su hijita por teléfono cada noche desde las distintas ciudades en las
que está trabajando.
Como veis son muy imaginativos y graciosos
y, en la mayoría juega a cambiar la realidad por otra más divertida, recordad
el “A enredar los cuentos”.
Os propongo que escribáis un pequeño
cuento en el que os imaginéis una situación en la que se cambien los papeles de
animales, personas, cosas… que se comen unas a otras en el mundo normal y veáis
hasta dónde os puede llevar la nueva situación; por ejemplo: cebras que se
comen a los leones, lasañas que se comen a las personas, sardinas que comen
tiburones… Podéis usar lo que queráis y ver hasta dónde sois capaces de llegar
con la historia, eso sí, que tenga sentido dentro del sinsentido que estamos
usando como tema.
Un abrazo. José Antonio prof Compen.
Madrid, 30 de marzo de 2020.
Cualquier duda o me
queréis enviar el cuento os recuerdo mi correo: jagrnava@gmail.com
El ratón que comía gatos.
Un viejo ratón de bibliotecas fue a
visitar a sus primos, que vivían en un solar y sabía muy poco del mundo.
- Vosotros sabéis poco del mundo - les
decía a sus tímidos parientes -, y probablemente ni siquiera sabéis leer.
- ¡Oh, cuántas cosas sabes!- suspiraban
aquéllos.
- Por ejemplo, ¿os habéis comido alguna
vez un gato?
- ¡Oh, cuántas cosas sabes! Aquí son los
gatos los que se comen a los ratones.
- Porque sois unos ignorantes. Yo he
comido más de uno y os aseguro que no dijeron ni siquiera “¡Ay!”
- ¿Y a qué sabían?
- A papel y a tinta en mi opinión. Pero
eso no es nada. ¿Os habéis comido alguna vez un perro?
- ¡Por favor!
- Yo me comí uno ayer precisamente. Un
perro lobo. Tenía unos colmillos… Pues bien, se dejó comer muy quietecito y ni
siquiera dijo “¡Ay!”
- ¿Y a qué sabía?
- A papel, a papel. Y un rinoceronte, ¿os
lo habéis comido alguna vez?
- ¡Oh, cuántas cosas sabes! Pero nosotros
ni siquiera hemos visto nunca un rinoceronte. ¿Se parece al queso parmesano, o
al gorgonzola?
- Se parece a un rinoceronte,
naturalmente. Y ¿habéis comido un elefante, un fraile, una princesa, un árbol
de Navidad?
En aquel momento el gato, que había estado
escuchando detrás de un baúl, saltó afuera con un maullido amenazador. Era un
gato de verdad, de carne y hueso, con bigotes y garras. Los ratoncitos corrieron a refugiarse, excepto el ratón de biblioteca, que, sorprendentemente, se quedó
inmóvil sobre sus patas como una estatuilla. El gato lo garró y empezó a jugar
con él.
- ¿No serás tú quizás el ratón que se come
a los gatos?
- Sí, Excelencia… Entiéndalo usted… Al
estar siempre en una biblioteca…
- Entiendo, entiendo. Te los comes en
figura, impresos en los libros.
- Algunas veces, pero sólo por razón de
estudio.
- Claro. También a mí me gusta la
literatura. Pero ¿no te parece que deberías haber estudiado también un poquito
de la realidad? Habrías aprendido que no todos los gatos están hechos de papel,
y que no todos los rinocerontes se dejan roer por los ratones.
Afortunadamente para el pobre misionero,
el gato tuvo un momento de distracción porque había visto pasar una araña por
el suelo. El ratón de biblioteca regresó en dos saltos con sus libros, y el
gato se tuvo que conformar con comerse la araña.
CUENTOS POR
TELÉFONO - GIANNI RODARI